La intensidad con la que se vivencia el primer amor adolescente, equivaldrá a la intensidad con la que se sufre su pérdida. Cuando la primera decepción amorosa desgarra el alma.

Durante la adolescencia todo es vivido con gran intensidad y desenfreno.
Dar los primeros pasos en la vida, nos enfrenta con grandes decepciones y fracasos.
El primer amor, suele ser vivido con extrema pasión y entrega. No importa que tan larga sea la relación, siempre dejará una marca imborrable en la persona.
Con los años, esa intensidad será anhelada con nostalgia. El tiempo extingue esa revolución, volviéndonos conformistas y aplacados.
Nos es raro escuchar a un adolescente decirle a su pareja: “sin ti no soy nada”, “tú eres mi vida”, “tú y yo somos uno”, lo que aquí se pone en juego es la lógica de la unidad y la mutua completud.
Cuando la relación se rompe, se vivencia la pérdida del propio sí mismo, como si una parte del propio ser del adolescente se muriera tras la separación.
De aquí se entiende el por qué de la intensidad con la que afecta la primera decepción amorosa.
Por supuesto que con el tiempo surgirán nuevas relaciones, pero también nuevas decepciones y fracasos en materia del amor. El adolescente tendrá un largo camino por recorrer: el camino de la evolución y desarrollo de la posibilidad y capacidad de amar y ser amado.
La mayoría de las veces la pena y el amor van de la mano, independiente de que la relación prospere o no. “El hecho de entregarle al otro un acceso a lo más íntimo, a lo más propio, se da la posibilidad de que el otro nos haga daño con o sin intención. Y eso es parte del juego, siempre sabemos que en el amor de alguna manera vamos a sufrir en algún momento”, explica.
En el tema del amor, lo más terrible para un adolescente es cuando la pareja los abandona. La muchacha o el muchacho quedan empapados de una pena muy grande. Sienten que se les acaba el mundo, que ya nunca más podrán amar a nadie, que nunca más va a ser queribles por nadie. Sienten deseos de encerrarse, aislarse y de apartarse del lado placentero de la vida.

“Lo más probable es que cuando se entra muy desvalido a una relación, ésta no tenga muy buen futuro. Lo mejor, en la medida de lo posible, es darse un espacio para vivirse la pena sin la necesidad de estar en pareja, para sentirse apoyado, para potenciar las amistades o las relaciones familiares”